martes, 29 de mayo de 2018

Poema HISTORIA DE UN TORO Y UN TORERO


HISTORIA DE UN TORO Y UN TORERO

Torero de ajeno espanto,
de eclipses bajo los ojos,
con galanura en los cinco
botones de pecho roto,

luce larga cordobesa
por la dehesa y ocioso,
que el matador es torero
sin lentejuelas ni adornos.

El diestro camina erguido
sin voladizos al rostro,
con girasoles al frente
y acerado por los hombros.

La estrella tienta su pecho
por el coliseo de oro
mientras un pozo desnuda
su traje azabache y plomo.

Un carrusel de gargantas
le animan codo con codo
cuando una boca le arroja
entre sus fauces al monstruo.

Prismas de la acorazada
arboladura del toro
colman de miedo la sangre
del mal augurio y sus tronos.

El sol biselado tumba
perfiles de luna al coso,
mientras la bestia y el hombre
se miran el uno al otro.

Impecable de plomada,
noble de la popa al morro,
con músculo adamantino
y aterciopelado, el toro

gira en cabriolas de escote
con bravo trapío al torso
y cuernos de fiel espejo
erizados por los codos.

La fiera cruza dos tercios
con una boa en el lomo,
acinturado al capote
con corazones al poso.

El diestro gira en el eje
endurecido por olmos
con revoleras de danza
y mariposas de a corto.

El diestro y la fiera sienten
palpitaciones al fondo
y al graderío descuajan
a flor de piel el asombro.

El diestro al último porta
muleta de tinte rojo,
un camarada en las astas
y en el estoque un estorbo.

Un recital de gaviotas
derraman por sobre todos,
encadenando unos pases
de lirismo sin cerrojos.

Cien lágrimas de aceituna
resbalan sobre su rostro,
herido de arena y zarza
arrojando al aire potros.

El diestro mira a los palcos
con claveles en los ojos,
claveles de misma cuna
que hay en los ojos del toro.

Los círculos de Saturno
se han detenido de pronto
y un relente de silencio
cubre la plaza de toros.

La muerte helada del filo
tirita con cante jondo.
El diestro siente el azufre
viendo a un amigo en el otro.

Entonces la grada entona
que hay en el dúo un tesoro
y retruena en gran indulto
con el pulmón de un coloso.

El diestro eleva a los cielos
una sonrisa de a chorros
brindándole al toro todas
las castañuelas del coso.

Y el diestro a los pocos días,
por la dehesa y ocioso,
con su torito pasea
acariciándole el lomo
con esos blancos claveles
que brillan entre sus ojos.

Autor: Doblezero


martes, 15 de mayo de 2018

Poema OJOS AZULES SIN FONDO por doblezero






OJOS AZULES SIN FONDO
(a mi hijo Marc)

Mi hijo mayor ha cumplido
un añito a nuestra vera
y el día que cumple el año
lo celebro en un poema,
que hoy es cuatro de febrero
y por siempre será fiesta.

Su rostro virgen reclama
constantemente una mueca
porque con eso le sobra
para horadar las compuertas
de una sonrisa que parte
el eje de los planetas
para que a lo loco bailen
por el cosmos "La Verbena".

Sus ojos grandes seducen
las aguas de polinesia.
Ojos azules sin fondo
miran, sin trueque o moneda,
como mira la cintura
de una copa de Bohemia
la faz de nuestro reflejo
sin mancha alguna, ni treta.

Mis besos enloquecidos
nacen de una azucarera
cuando pasta mi mirada
por su piel color canela.
Sirve alegría sin pausa
igual que miel las abejas,
dota de aroma su entorno
del Caribe y de praderas,
voy militante a su encuentro
como un creyente a la secta
porque en sus ojos embiste
la magia de una chistera.

Mi hijo secuestra horizontes
de trigales que pardean
cada bucle de su pelo
con ansias de primavera.
Mi hijo respira durmiendo
amapolas y ajedrea
que bajan de la nocturna
luna, lunita, lunera,
flotando desde su cola
destrenzada y pasajera.

Como un jardín pensativo
en mis ojos fantasea,
como un jardín por la tarde
en la Alhambra y primavera
viene a posar en el rostro
la paz mágica y perfecta.

Cuando mi hijo está en la luna
luna, lunita, lunera,
la misma fabula viene,
la misma fabula muestra,
y solo me pide a cambio
mi pequeñito una mueca.


Autor: Doblezero



 


viernes, 4 de mayo de 2018

Poema Por Las Vegas de Sevilla por Doblezero






Por Las Vegas de Sevilla

Por Las Vegas de Sevilla
anda el Koke a por sus polvos,
con pellejo al esqueleto
y estoperoles al gorro.
Pasa el Koke por el barrio
entre los payos sin rostro
pisando astillas de sangre
con sus demonios al hombro.

Una patrulla de guardias
que conocen su reojo,
a donde va tan temprano
y el engrase para el soplo,
tiran de riendas al coche
y le dan alto amistoso,
pero al yonqui la amenaza
gitana le ronda el coco.

Los agentes de uniforme
lo miran como al escombro,
y le cantan las cuarenta
si no canta algo jugoso
con la saña y la avaricia
de ayer, el otro y el otro,
pero al Koke hoy la amenaza
gitana le ronda el coco.

Y una patrulla de guardias,
que no lo dan por nervioso,
le dan el alto de a día
con el cuello y a las ocho,
y harto de cuchara y goma
de cartones y de mono,
harto de vida y veneno
de barrote y calabozo,
Koke saca su navaja
para maderos sin plomo
y se la incrusta en los pechos
con sus demonios al hombro.

Autor: Doblezero