GENÉSICA Y SILENCIADA
Olor de Venecia y Venus
humedeciendo la estancia
viste al girasol gigante
que asoma por la ventana
mientras los cristales sudan
paliques de la calzada,
que el mundo se ofrece vivo
como el bosque a las mañanas,
lo mismo que yo me ofrezco
enloquecido de magia
a contemplarla sinuosa
como sirena varada
por la turquesa y salina
playa de Copacabana
mientras dormita silente
tendida sobre la cama
como una duna de arena
bajo quietas olas blancas.
Su aliento evoca silvestres
frambuesas almibaradas.
Lunático la contemplo
de afrodisíacos y arpas.
Mil avisperos describen
caricias garcilasianas.
Mi boca guarda y degusta,
genésica y silenciada,
miel ambarina y melosa
por su piel húmeda y parda,
y en su entrepierna, la fiebre,
borda un éxtasis de llamas
por la canela en los muslos
de sus piernas destrenzadas.
Mi chica en sus labios cierra
suspiros de Persia y danzas
que resuenan en mi mente
en redobles de campanas
y en presto cenit de abriles
sus uñas nefelibatas
trazaron surcos burdeos
sobre mi grupa tensada.
La veo como flotando
herida de una algazara
bajo cuerpos humeantes
como de flores y balas,
espesura entre los bucles
del cabello por su zaga,
lazos tibios en el hombro
susurrando a la almohada,
color de aceite y Egipto
sobrevolando su espalda,
cuatro recuerdos ocultos
en las rutas de sus palmas,
y como sobrenadando
tendida sobre la cama
la veo recién cubierta
de gotas azucaradas.
Sangre de pantera gruñe
bajo las tumbas lejanas.
Peldaños de vino tinto
tiñen las bocas de magma.
La creo ceñida al sueño
como un pétalo en el agua,
con medio cuerpo cazado
y una noche, en sus pestañas,
de enfurecidos volcanes
y luciérnagas saladas.
Hay dos copas en la mesa
su ropa en toda la casa,
la sombra de ojos reviste
sus mejillas castellanas,
tiene océanos sin olas
ocultos en su mirada,
reminiscentes pasiones
en sus labios escarlata
reverberando perfumes
de las rosas de Bulgaria,
y alrededor del tobillo
un pequeñísimo tanga
con una piedra de luna
y dos burbujas de cava.
Autor: Doblezero
Olor de Venecia y Venus
humedeciendo la estancia
viste al girasol gigante
que asoma por la ventana
mientras los cristales sudan
paliques de la calzada,
que el mundo se ofrece vivo
como el bosque a las mañanas,
lo mismo que yo me ofrezco
enloquecido de magia
a contemplarla sinuosa
como sirena varada
por la turquesa y salina
playa de Copacabana
mientras dormita silente
tendida sobre la cama
como una duna de arena
bajo quietas olas blancas.
Su aliento evoca silvestres
frambuesas almibaradas.
Lunático la contemplo
de afrodisíacos y arpas.
Mil avisperos describen
caricias garcilasianas.
Mi boca guarda y degusta,
genésica y silenciada,
miel ambarina y melosa
por su piel húmeda y parda,
y en su entrepierna, la fiebre,
borda un éxtasis de llamas
por la canela en los muslos
de sus piernas destrenzadas.
Mi chica en sus labios cierra
suspiros de Persia y danzas
que resuenan en mi mente
en redobles de campanas
y en presto cenit de abriles
sus uñas nefelibatas
trazaron surcos burdeos
sobre mi grupa tensada.
La veo como flotando
herida de una algazara
bajo cuerpos humeantes
como de flores y balas,
espesura entre los bucles
del cabello por su zaga,
lazos tibios en el hombro
susurrando a la almohada,
color de aceite y Egipto
sobrevolando su espalda,
cuatro recuerdos ocultos
en las rutas de sus palmas,
y como sobrenadando
tendida sobre la cama
la veo recién cubierta
de gotas azucaradas.
Sangre de pantera gruñe
bajo las tumbas lejanas.
Peldaños de vino tinto
tiñen las bocas de magma.
La creo ceñida al sueño
como un pétalo en el agua,
con medio cuerpo cazado
y una noche, en sus pestañas,
de enfurecidos volcanes
y luciérnagas saladas.
Hay dos copas en la mesa
su ropa en toda la casa,
la sombra de ojos reviste
sus mejillas castellanas,
tiene océanos sin olas
ocultos en su mirada,
reminiscentes pasiones
en sus labios escarlata
reverberando perfumes
de las rosas de Bulgaria,
y alrededor del tobillo
un pequeñísimo tanga
con una piedra de luna
y dos burbujas de cava.
Autor: Doblezero
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